Cristián González Rojas
Jefe carrera de Ingeniería en Administración Agroindustrial, UTEM
Bajo el contexto del cambio climático, es muy probable que el paisaje frutícola que conocemos sufra importantes cambios en el futuro ya sea por sustitución de lo establecido o por incorporación de especies más adaptables como huertos nuevos. Una de las razones más relevantes y quizás la más conspicua sea la escasez del recurso hídrico.
Se estima que esta condición se mantendrá o empeorará en los próximos años, solo en esta temporada invernal en la zona predominantemente frutícola se reportó un déficit de al menos un 30% de agua caída, lo cual se agrega a los 10 años de sequía anteriores. Este escenario se hace más evidente y complejo en el período estival, cuando hay que satisfacer una mayor demanda hídrica por parte de este tipo de plantas y que resulta clave para asegurar una óptima producción. Por cierto que las soluciones para enfrentar la falta de agua son múltiples y varían en complejidad, una de ellas podría ser incorporar especies pertenecientes a la familia de las cactáceas como alternativa para enfrentar este problema.
Me parece del todo interesante pensar en la planta conocida vulgarmente como “Tuna” (Opuntia ficus-indica) por su adaptabilidad natural, tanto por sus características morfoanatómicas, fisiológicas y por su bajo requerimiento hídrico, a condiciones áridas o semiáridas. Por un lado, su transpiración es menor y es poco demandante de agua si se compara con otras especies de alto requerimiento hídrico, como paltos o nogales; Las tunas necesitan un 30% del agua que requieren especies de alta demanda de agua, como las mencionadas.
Por otro lado, posee un sistema de raíces extensas y superficiales, las cuales no superan los 30 a 40 cm de profundidad y que les permiten capturar eficientemente la poca agua ambiental. Pero, hay otras características que la hacen especialmente atractivas a nivel de productor, como su longevidad, produce fruta dos veces al año (en verano e invierno), tiene un rendimiento en fruta fresca del orden de 15 a 20 toneladas por hectárea, se propaga relativamente fácil mediante “paletas” o “pencas”, y además, pueden complementar la dieta del ganado. Dado los antecedentes anteriores, es una planta muy completa y digna de ser candidata para ser aprovechada bajo el escenario de déficit hídrico.
Son indudables los esfuerzos que hacen la mayoría de los productores frutícolas para lograr rendimientos razonables y productos de calidad, así como también las entidades que apoyan al sector, como centros de investigación, universidades y aparato público en general, sin embargo, en el futuro cercano, no bastará solo con el esfuerzo, que por cierto tendrá que ser aún mayor, sino que se requerirá de decisiones para hacer frente eficientemente a esta problemática. Una alternativa es mediante el diseño de políticas públicas que permitan a través de proyectos y/o actividades aumentar la superficie plantada con este frutal y se incorpore significativamente a la matriz frutícola nacional, pues el cambio climático llegó para quedarse.