El reciente rechazo a la modificación de la Ley 20.380, que proponía regular las carreras de perros, es un duro golpe para la protección animal en Chile. Este proyecto de ley pretendía imponer medidas que garantizaran el bienestar de los perros involucrados, eliminando el maltrato y las apuestas ilícitas que a menudo acompañan a estas actividades. Sin embargo, la mayoría de los parlamentarios decidió archivar la propuesta, lo que significa que no habrá una nueva discusión sobre este tema durante al menos un año.
Las ONGs desempeñan un papel fundamental en la defensa de aquellos que no pueden alzar su voz, es por ello que critican el accionar de estas carreras, participando activamente en la elaboración y promoción del proyecto. Los perros utilizados en estas competencias suelen enfrentar malos tratos y un entorno de explotación donde la única preocupación es el lucro que se puede obtener a través de las apuestas.
La modificación a la Ley 20.380 tenía como objetivo cambiar esta realidad, buscando imponer regulaciones que aseguren que las carreras sean bajo condiciones que respeten la dignidad y el bienestar de los animales. Sin embargo, la discusión se tornó en un campo de batalla entre izquierda y derecha, desviando la atención del verdadero problema: la protección animal. El argumento detractor fue que las carreras de galgos son una “tradición chilena” y debía protegerse. ¿Son realmente las carreras de perros una tradición chilena?. Aún así, tradición o no, no debe ser un justificativo para perpetuar el maltrato animal.
El impacto de esta decisión va más allá de la legislación. Para quienes han dedicado sus vidas a proteger a los animales, este rechazo es un recordatorio doloroso de los obstáculos que aún existen en la lucha por los derechos animales. No obstante, las ONGs y activistas que trabajan por esta causa no se detendrán aquí. Seguirán educando al público, protegiendo a los animales y preparándose para el momento en que este tema vuelva a estar en la agenda legislativa.
Es esencial que, como sociedad, no permitamos que este rechazo nos desaliente. La protección animal no es simplemente un tema político; es un reflejo de nuestra humanidad. Los animales no tienen voz, y depende de nosotros alzar la nuestra en su defensa. La responsabilidad de proteger a los más vulnerables, incluidos los animales, recae en cada uno de nosotros. ONGs como Luis Galgo, Brigada Galgos y Salva un Galgo continúan su labor incansable, defendiendo a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. Estas organizaciones están en la primera línea de esta lucha, y su trabajo es más necesario que nunca.
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