Los suplementos pueden ser beneficiosos y complementar la ingesta alimentaria en situaciones especiales, pero su uso inadecuado generaría riesgos para algunos grupos de la población.
Hoy tenemos a disposición cientos de suplementos alimenticios elaborados en base a una serie de compuestos que son útiles para complementar una dieta, ayudar en estados fisiológicos específicos como la vejez o potenciar actividades especiales como el ejercicio. Pero aún cuando se piense que sólo pueden aportar beneficios o son sustancias inocuas, deben consumirse de manera adecuada para no generar riesgos para la salud.
En Chile, la regulación señala que estos productos corresponden a un nutriente, mezcla de éstos o compuestos tales como vitaminas, minerales, aminoácidos, lípidos o fibra dietética, entre otros, desarrollados especialmente para suplementar la dieta con fines saludables y contribuir a mantener o proteger estados fisiológicos característicos -como adolescencia, adultez o vejez- se encuentra prohibido promocionar su consumo para fines de diagnóstico, prevención o tratamiento de enfermedades. “Si bien los suplementos son seguros si son utilizados de forma correcta, también pueden conllevar riesgos si se consumen en exceso, sin supervisión, o de manera no adecuada, en personas con algunas patologías crónicas o enfermedades como el cáncer”, afirma Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
A diferencia de los medicamentos, los suplementos no están destinados para tratar, prevenir, diagnosticar o curar enfermedades, por lo que su consumo siempre debe ser recomendado y controlado por un especialista, aún cuando no se requiera de una receta médica para adquirirlos. “De hecho, es un error pensar que pueden sustituir un estilo de vida saludable o que pueden resolver los problemas derivados de unos hábitos desequilibrados”, destaca la farmacéutica.
Sin embargo, utilizados correctamente pueden ayudar a corregir deficiencias nutricionales e, incluso, prevenir afecciones como la anemia, por ejemplo, que pueden afectar la salud y la calidad de vida de cualquier persona.
Algunos riesgos
Como mencionamos, estos productos son seguros de consumir, aunque podría representar riesgos de interacciones en pacientes que están consumiendo algún tipo de medicamento. “Aún cuando los suplementos sean de origen “natural” y se piense que no afectarán la salud, ninguna sustancia es inocua. De hecho, algunas sustancias compuestas en los suplementos pueden alterar la absorción, el metabolismo o la excreción de algún medicamento. Si esto ocurre, puede afectar el efecto terapéutico del fármaco, recibiendo menos o mucho más de lo que se necesita”, subraya la farmacéutica.
Por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), destaca que la warfarina (un anticoagulante recetado), el ginkgo biloba (un suplemento herbal), la aspirina y la vitamina E (un suplemento) pueden diluir la sangre, por lo que cualquiera de estos productos o consumirlos en conjunto aumentaría el riesgo de sufrir una hemorragia o accidente vascular. Asimismo, la hierba de San Juan -presente en algunos suplementos- disminuiría la eficacia de medicamentos para el tratamiento del VIH/SIDA, algunas afecciones cardiacas, la depresión, inmunosupresores (utilizados para pacientes con trasplantes de órganos) y algunas píldoras anticonceptivas.
Si bien en Chile no existen estadísticas claras al respecto, la Alianza Latinoamericana de Nutrición Responsable señala que el 48% de los chilenos ha consumido alguna vez este tipo de productos, siendo el rendimiento físico y deportivo, la salud y la estética los principales motivos de consumo.
Si cruzamos estos números con la cantidad de pacientes crónicos que utilizan medicamentos para el manejo de sus condiciones, el riesgo de generar algún tipo de interacción o reacción adversa al consumir suplementos sin la orientación profesional o de manera indiscriminada aumenta considerablemente.
“Los suplementos pueden resultar de gran ayuda en situaciones especiales o en personas con casos particulares. No obstante, debemos ser responsables con nuestra salud, adquiriendo estos productos en lugares establecidos, que estén aprobados por la autoridad sanitaria y de acuerdo con el Reglamento Sanitario de los Alimentos, y teniendo la claridad que éstos sólo complementan una dieta, no pueden reemplazar una alimentación balanceada”, finaliza Molina.