Edgardo Riveros Marín
Académico de la Facultad de Derecho y Humanidades, UCEN
El calentamiento global es una amenaza que no puede ser eludida y que debe comprometer el accionar de gobiernos y quienes componemos la sociedad planetaria.
El 12 de diciembre tuvo lugar la Cumbre de Acción Climática, desarrollada de manera virtual a causa de la pandemia que afecta al mundo, en la cual se constató que desgraciadamente son precarios los avances en torno a los compromisos adoptados hace cinco años en la Conferencia de París.
Lo señalado por el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, es elocuente al llamar la atención en el sentido que “no se está avanzando en la dirección correcta” y que es urgente cambiar el rumbo para no llegar al catastrófico resultado de superar en el presente siglo los 3° C de la temperatura de nuestro planeta. La preocupación de la más alta autoridad de la ONU se basa en el informe publicado recientemente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Es preciso recordar que la COP21, celebrada en París en diciembre de 2015, fue catalogada como un “acuerdo histórico” en que los países concordaron en la causa común destinada a combatir el cambio climático y en la aceleración e identificación de acciones e inversiones necesarias para un desarrollo sostenible con bajas emisiones de carbono. El objetivo específico del acuerdo es mantener el aumento de la temperatura mundial en el siglo XXI muy por debajo de los 2° C por encima de los niveles preindustriales, prosiguiendo los esfuerzos para limitar el aumento de dicha temperatura a 1,5 grados centígrados.
La meta fijada se aleja en cuanto a su cumplimiento, toda vez que diversos estudios muestran que los países más contaminantes, que en conjunto concentran el 90% de la polución global, no se sitúan en la dirección adecuada para cumplir los compromisos asumidos el 2015. Incluso, el gobierno del presidente Donald Trump de Estados Unidos retiro a dicho país del Acuerdo, lo que puede ser revertido, marcando un signo esperanzador, por el próximo mandatario, Joe Biden.
Por su parte, la otra gran potencia emisora, que asumió los compromisos de París, como es China, debe honrarlos y adoptar la trayectoria que la lleve a ser un país carbono neutral para 2060.
No se debe claudicar en los objetivos fijados y hay que crear la condiciones para asumir el llamado de Naciones Unidas y declarar por parte de los Estados la “emergencia climática”, que permita reducir drásticamente las cerca de 45 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero que se calcula son emitidas a la atmósfera cada año.