Psicólogo y académico UCEN
Más de doscientas veces nos tocamos la cara al día, de acuerdo con el estudio que publicaron el año 2015 un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur bajo el título “Face touching: a frequent habit that has implications for hand higiene”. Probablemente, los autores del escrito jamás anticiparon las implicancias globales que tendría su estudio a la hora de prevenir el contagio de la más extensa pandemia que enfrentara el mundo desde la denominada gripe española” de 1918 causada por un brote del virus influenza A del subtipo H1N1.
Si bien la letalidad global del Covid-19, hasta el momento, es considerablemente menor a los 50 millones de personas que perdieron la vida a principios de siglo XX, su alto poder de contagio hace imprescindible mantener activas conductas de autocuidado cuando muchas comunas de Chile están pasando a ya pasaron a etapas de desconfinamiento.
“Psicología del autocuidado”, es el concepto con el cual me refiero a una serie de aspectos y conductas, ser prudentes de mantener o adquirir pese a que las tasas de contagio y el nivel de ocupación de camas críticas haya tenido un favorable descenso.
El lavado de manos frecuente y el uso de mascarilla siguen siendo las medidas más eficaces para proteger del virus cuando se ha comprobado el contagio vía aérea mediante las partículas de tipo aerosol. Según el estudio realizado este año por la Universidad McMaster de Canadá, el uso y tipo adecuado de mascarilla reduce el riesgo de contraer el virus a un 7%, pero si ello no se acompaña de la capacidad de atender que inconscientemente podemos exponer alguna zona de la cara a la entrada del virus al organismo por el contacto involuntario con alguna parte del cuerpo, entones la mascarilla por sí sola no posee eficacia alguna. Ojos, cara y mucosas pueden ser fáciles vías de contagio de manos con higiene deficiente, por lo que la autoconciencia del cuerpo es fundamental. ¿Cómo lograr incrementar la conciencia del cuerpo? Todas las actividades que trabajan con la atención y control corporal son una gran ayuda para ello. El Yoga, la meditación o el mindfulness se pueden trasformar en buenos aliados al respecto junto con apoyar el manejo de la ansiedad y el estrés, aspectos ampliamente validados científicamente.
De igual modo, sabemos hoy en día que existen variados factores protectores que pueden sumar a favor en una psicología del autocuidado. El apoyo social, por ejemplo, tiene la demostrada capacidad de mejorar nuestra inmunocompetencia, tal como el contacto con la naturaleza posee también un poderoso efecto inmunomodulador al favorecer la reducción del cortisol ante situaciones de estrés crónico o agudo. Por ello, es una favorable noticia la apertura de parques, que permiten retomar el contacto con la naturaleza y que las personas hagan actividad física moderada, otro factor protector a considerar. Finalmente, una alimentación adecuada y balanceada, alta en frutas, verduras y grasas favorables para el organismo, también puede ayudar a potenciar el sistema inmune y mejorar nuestro estado de ánimo dada la conexión que existe entre el sistema nervioso central y el sistema entérico, el “segundo cerebro”, como se ha denominado recientemente al conjunto de neuronas que pueblan el aparato digestivo descubierto en el 2011 por James Greenblatt, dejando entrever el complejo y delicado balance que nuestro cuerpo alberga, algo a considerar en nuestros complejos tiempos de pandemia.
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