Académico Facultad de Educación, UCEN
Desde que el Ministerio decretó la suspensión de clases presenciales por la pandemia, el sistema escolar y universitario, ha sido sometido a una fuerte presión por adaptarse a esta nueva modalidad a distancia. Ha sido una carrera contra el tiempo, comenzamos intentando homologar el sistema presencial que teníamos, pero al poco andar, nos dimos cuenta que el actual contexto nos pone a prueba con nuevos desafíos. Necesitamos detenernos un momento para hacer una pausa física y mental.
Por una parte, están los profesores, quienes han debido sortear los embates de los sistemas digitales, a través de capacitaciones exprés y elaboración de material educativo que responda al desarrollo de aprendizajes y de priorización curricular. Turnos éticos, llamar a los hogares de sus estudiantes para hacerles llegar alguna guía, así como muchos, recorriendo una suerte de ‘puerta a puerta’ para que ninguno de sus alumnos/as quede sin el derecho a una educación digna. No debemos olvidar, que aún existen establecimientos que no cuentan con un sistema remoto de clases, y la única alternativa han sido los grupos de whatsApp, facebook u otras redes sociales que se han convertido en el único medio de comunicación, y posible retroalimentación entre docentes y estudiantes.
Los apoderados, por su parte, no les ha quedado más que apoyar a sus hijos en las tareas escolares, sin tener noción de aspectos pedagógicos y disciplinares de las asignaturas del currículo nacional. A ello, hay que sumarle la falta de trabajo y las actividades propias del hogar (ordenar, cocinar, limpiar, etc.) Ni hablar si algún miembro de la familia se encuentra contagiado, pues ahí las cosas se complican mucho más.
Es crucial que el Ministerio de Educación, permita entregar esta flexibilidad de hacer una pausa a los establecimientos escolares, ya que cada comunidad educativa ha estado expuesta no solo a las exigencias curriculares de una pandemia, sino que, a las variables de posibles contagios, que han incidido en el contexto familiar y educativo de las familias chilenas.
Han sido meses agobiantes y desafiantes. Dejemos el computador por unos días, volvamos a organizar las actividades cotidianas, reflexionemos en cuanto a los aprendizajes que se han logrado obtener en tiempos de pandemia, permitámonos decantar las incertidumbres que ningún ser humano del siglo XXI se esperaba, queda mucho por recorrer.
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