Académico Trabajo Social, UCEN
Cuando un Estado no conoce o no comprende lo que viven muchas personas, familias, grupos y comunidades, surgen instrumentos como el Registro Social de Hogares, sistema que incentiva a las personas a ocultar información, lo que en definitiva se traduce en que el propio Estado, hace que la gente caiga en la mentira para modificar su realidad, con el objetivo de conseguir algún beneficio de carácter social.
No basta con cambiar el actual sistema si en nuestra constitución prima un Estado subsidiario, lo que genera que todos entremos en la categoría de beneficiarios que siempre necesitamos cubrir carencias. Esto hace que los procesos retrasen el objetivo último, que es acortar la brecha social y contribuir a que las personas logren salir de la línea de la pobreza, por la sencilla práctica que el Estado concibe la ayuda social como caridad.
Si tuviésemos un sistema con foco en lo social, podríamos comprenden mejor las múltiples realidades de la verdadera situación en que viven cada ciudadana y ciudadano en nuestro país.
Chile es uno de los países con mayores desigualdades en la distribución de ingreso a nivel mundial. Uno de los últimos estudios del Centro de Micro Datos de la Universidad de Chile (2017-2019), mostró que la distribución de ingresos es altísima y desigual, ya que, sólo el 10% de la población percibe casi 8% veces más que el 90% restante.
Se hace necesario e imprescindible cambiar nuestros sistemas para optar a beneficios estatales, que las futuras políticas sociales comprendan las dimensiones no solo socioeconómicas que viven nuestras familias, si no que se actualicen de acuerdo a cómo viven hoy las personas y, por último, definir la línea de pobreza, sin centrarse en las carencias, sino en el conocimiento situado de cada ciudadano de este país.