Director Ejecutivo Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático
En medio de la crisis sanitaria causada por el coronavirus, que a la fecha ha cobrado casi 380 mil muertes a nivel mundial, queda claro que hoy más que nunca la protección del medioambiente debe ser un tema de primera línea para los gobiernos, las empresas y los ciudadanos en todo el planeta.
Si el mundo no detiene el actual ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero, los desastres climáticos y las pandemias devastadoras por virus letales serán el pan de cada día. La pérdida de biodiversidad y el cambio climático conllevan serios riesgos para la salud de la población, porque son el caldo de cultivo ideal para la aparición de estas enfermedades infecciosas.
La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente este 5 de junio, la fecha más relevante en el calendario oficial de la ONU para fomentar la acción climática, nos invita a reflexionar sobre la relación insostenible que estamos llevando con la Tierra y las amenazas que se ciernen para las actuales y futuras generaciones. En 2020 el tema es la biodiversidad, que justamente tiene una estrecha relación con todos los aspectos de la salud humana.
Si bien, hoy los gobiernos están preocupados de frenar los contagios y salvar vidas humanas, no hay que perder de vista que la recuperación económica no puede construirse con prácticas poco sustentables, ya que podría poner en riesgo el progreso del 80% de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con pobreza, hambre, salud, consumo y producción sostenibles, agua, ciudades, clima, océanos y tierra.
El confinamiento de millones de personas en el mundo le dio un “respiro” al planeta, pero esto es solo un gesto y no un aporte concreto para frenar el calentamiento global. Para que la contaminación no vuelva a los niveles anteriores a la pandemia, se requiere estimular con fuerza un cambio de paradigma en nuestras economías, donde la descarbonización y la transición hacia energías renovables y limpias -para llegar a la carbono neutralidad al 2050-, así como la economía circular, tengan un lugar protagónico, que permita construir un sistema que nos proteja de más daños.
Como ciudadanos podemos hacer frente al cambio climático, convirtiéndonos en agentes activos del desarrollo sostenible. Con pequeños gestos, tales como: reciclar en casa; utilizar conscientemente la energía eléctrica; reutilizar ropa y libros; evitar el uso de plásticos; intentar comprar solo lo esencial, y lo más relevante, inculcar a las nuevas generaciones valores en esta nueva conciencia ambiental, podemos ser un gran aporte, ya que toda acción suma por un planeta más sustentable después de la pandemia.