El ministro de Desarrollo Social y Familia destacó que “esta encuesta busca focalizar la estrategia para mejorar el bienestar adentro del hogar para niños y jóvenes”
El estudio revela que los jóvenes confunden el no presentar síntomas con el riesgo de contagio, y por tanto, aumentan posibilidad de conductas arriesgadas que pueden contagiar a las poblaciones vulnerables.
El Ministerio de Desarrollo Social y Familia, a través de la Subsecretaría de la Niñez, realizó una encuesta a adolescentes y jóvenes del país para saber sus sentimientos y comportamiento frente a la pandemia COVID-19.
La encuesta se hizo en 70 comunas a nivel nacional, a jóvenes y adolescentes entre 14 y 24 años, entre el 17 y 21 de abril de 2020. Entre los principales resultados se pudo encontrar que el 98% de los encuestados percibe la crisis de COVID-19 es algo grave, pero un 41% dice que los adultos exageran con la gravedad del Coronavirus.
Casi un tercio (29%), cree que los jóvenes no se contagian, en una aparente confusión entre presentar síntomas o no enfermar gravemente, con ser portador del virus aun siendo asintomático, aumentando así las posibilidades de conductas arriesgadas que pueden contagiar a las poblaciones más vulnerables.
Al respecto, el ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, sostuvo que “una de las principales preocupaciones del ministerio, además, del apoyo sanitario y el apoyo social a las familias que están viviendo esta crisis tiene que ver con el bienestar de la familia chilena y cómo está viviendo al interior de su hogar esta crisis”, recalcando que “parte importante de esta encuesta lo que busca es focalizar la estrategia para mejorar el bienestar adentro del hogar para niños y jóvenes y esta encuesta nos permite ver dónde tenemos que acelerar la estrategia más allá de la protección sanitaria y obviamente la ayuda social a muchas familias chilenas”.
Uno de los principales sentimientos dominantes declarados por los adolescentes fue la preocupación. Si bien declaran estar preocupados, parece ser algo que les genera obligaciones y desagrado, pero aún no los ha invadido a tal punto de ser un motor de sentimientos primordial. Sin embargo, existen diferencias entre hombres y mujeres al describir lo que sienten: las mujeres tienden a mencionar con mayor frecuencia angustia y miedo, en cambio los hombres hablan de lata y enojo.
En ese sentido, la subsecretaria de la Niñez, Carol Bown, comentó que “nos preocupan estos datos porque si bien es cierto que el riesgo de enfermar gravemente o morir es menor en los jóvenes, eso no implica que no vayan a contagiar a otros que pueden estar en mayor riesgo. Queremos hacer un llamado a la solidaridad, a pensar en los demás y a cuidarse, para cuidar a otros.”.
Por otro lado, comer en exceso es una consecuencia compartida entre hombres y mujeres (34% declara que le preocupa), pero a ello se adiciona que a las mujeres les cuesta más dormir (30% vs 23%) y los hombres se sienten más irritables con sus parejas (23% vs20%).
Para los adolescentes, lo que pierden en educación lo están ganando en tedio. Para muchos, el estar perdiendo clases no es una pérdida dramática (a un 31% le importa poco o muy poco), habiendo una mayor preocupación en encuestados entre 14 y 17 años (60%), que los entre 18 y 21 (40%) y 22 y 24 (30%). Esto coincide con que el 44% siente que le sirven de nada o casi nada las clases on line o actividades académicas.
En contraste, sí se evidencia una gran preocupación por el futuro en el plano económico. Al 65% le importa mucho no poder conseguir un trabajo. Mientras al 83% le importa mucho la pérdida de empleo de sus padres y familiares. En este contexto, las mujeres manifiestan más preocupación que los hombres (87% vs. 76%).
Por otra parte, aparentemente no hay percepción de riesgo respecto al aumento de la violencia en el hogar, pero si hay una alta preocupación en relación con las consecuencias que podría traer la pandemia en materia de salud mental propia (56%) y de los cercanos (56%).
Lo que destaca positivamente en la encuesta es la forma en cómo los adolescentes manejan la angustia y el estrés, evidenciando que el 83% de los jóvenes valora el tiempo con la familia. Esto coincide con otra cifra que nos muestra que el 47% de los jóvenes piensa ir a ver a sus abuelos cuando acabe la crisis.