Uwe Rohwedder
Académico escuela de Arquitectura y Paisaje, U.Central
Gran angustia e indignación sólo imaginarse como se habitan edificios sobresaturados y departamentos sobrecargados de personas. La cuarentena por coronavirus sólo aumentara, espero también en conciencia, un lamentable hecho, porque dejara más evidente la cadena de errores que hemos permitido, en cuanto a soluciones habitacionales que más bien transformados en nichos ni para sobrevivir son dignos.
Donde pueden jugar los niños durante un encierro protocolar y establecido para evitar la propagación del virus. Ya no podemos seguir escondiendo miseria y debemos con urgencia cambiar el rumbo en el diseño y las formas de habitar.
La arquitectura debe entender que no está sola en esta lucha ética estética, que hay otras disciplinas que deben interactuar, no sólo las del área ingenieril y sísmicas sino las psicológicas y principalmente las del área de la salud. Ya no resiste análisis se deben revivir y actualizar normas referidas a relacionar los espacios construidos con la salud o entender que una mejor concepción interdisciplinar puede contribuir a una nueva generación de edificios no sólo sustentables sino además saludables.
La sonrisa de un niño comienza al amanecer con la entrada de luz natural sobre su cama, los ancianos seguirán buscando alguna planta que cuidar y los arquitectos tendremos que cambiar solución por calidad. No es un juego, creo que un departamento con su salida restringida generara además de violencia una resonancia tóxica difícil de contener.