La psicóloga infantojuvenil, María de los Ángeles Bonilla; el pediatra especialista en cuidados intensivos, doctor Felipe Verscheure y la nutricionista Camila Arriagada entregan sugerencias para que los niños puedan enfrentar de mejor manera la coyuntura del Coronavirus COVID-19.
Hoy en día atravesamos un clima social alterado y preocupado por el COVID-19, virus que se ha expandido a una velocidad más rápida de lo que muchos esperaban, generándose así un ambiente de pánico colectivo que se ve reflejado en supermercados y farmacias con productos agotados; así como suspensión de clases y diversos decretos de cada alcaldía para hacerle frente, identificado por el Ministerio de Salud, MINSAL, como “una cepa de la familia coronavirus que no se había identificado previamente en humanos”. Así, también señala que “los coronavirus son causantes de enfermedades que van desde el resfriado común, hasta enfermedades más graves, como Insuficiencia Respiratoria Aguda Grave”.
Si bien la temática surgió hace unos meses atrás, las medidas se han intensificado en el mes de marzo dada su rápida propagación; llegando hoy a unos 220.000 casos a nivel mundial; mientras que a nivel nacional alcanzan más de 250 confirmados, concentrándose la mayoría en la región Metropolitana.
Es por todo lo anterior, que los diversos medios de comunicación están llenos de información que muchas veces es confusa y hasta contradictoria, lo que genera gran angustia en la población, llevando en ocasiones a tomar medidas incorrectas por esta misma circunstancia.
En este mismo contexto, hay una gran parte de la población que son niños, lo que genera que sean altamente susceptibles al contenido mostrado en los medios; ya sean redes sociales, televisión abierta o emisoras radiales; ya que no saben discernir entre lo real y los mitos, dejándose así llevar por lo que ven, escuchan o le transmiten sus cercanos.
Es por ello que tres profesionales de la salud entregan una mirada interdisciplinaria para orientar a los adultos a tratar de la mejor forma posible la coyuntura nacional.
A nivel psicológico, la psicóloga infantojuvenil y Mg © en Psicología Educacional, María de los Ángeles Bonilla, perteneciente al Centro Médico Los Olivos en la ciudad de Coquimbo, manifiesta que “los niños son altamente sensibles a los diversos estímulos visuales que hoy en día circulan en las redes comunicacionales, así como a las emociones que puedan manifestar los adultos cercanos con los que vive”. Es por ello, que, según la profesional, “resulta de vital importancia explicarles de la forma más adecuada en qué consiste este acontecimiento y brindarles así la mayor sensación de seguridad y protección posible”.
Para lograrlo, Bonilla sugiere los siguientes puntos:
– Evitar exponerlos a estímulos que puedan resultar impactantes o angustiosos; sean estos provenientes de las pantallas o de los adultos.
– Por lo mismo, si se quiere abordar el tema en familia, explicar con palabras simples y amigables lo que sucede; considerando la edad de cada uno de integrantes. Así, los menores de 7 años, pueden entender la situación con cuentos y juegos, concretos ya que aún no logran un aprendizaje abstracto; mientras que los niños y niñas de entre 7 y 12 años, logran llegar a una lógica pero tampoco llegan a un nivel abstracto, por lo que la mejor forma de explicarles es con ejemplos y juegos relacionados. Por su parte, se espera que los mayores de 12 años ya logren comprender razones y realidades; sin alarmarlos, claramente.
“Lo que buscamos con esto, es que los niños y niñas logren comprender lo que ocurre, y sentirse seguros en su ambiente”, sostiene Bonilla.
– Visibilizar a los niños y sus necesidades. “Si bien pueden tener una corta edad, como ya se ha mencionado, se encuentran en una gran vulnerabilidad por no tener el raciocinio de un adulto para interpretar lo que ve, por lo que es importante incluir lo que sienten y piensan dentro de la familia”, esgrime.
– Invitar a los niños a pintar y dibujar de manera libre, así ellos podrán expresar lo que sienten aunque no sepan reconocer sus emociones.
– Preguntarles cómo se sienten y si hay algo que les esté afectando o les dé miedo, a fin de reducir su angustia con explicaciones claras y amigables que los tranquilicen.
– Resulta de gran importancia que el niño mantenga sus rutinas no sólo de estudio, sino también de juegos, sueños y alimentación. Esto, “dado que las rutinas brindan la sensación de estabilidad y seguridad, justamente lo que buscamos dentro de un clima de incertidumbre”, asegura la psicóloga.
– Dado que la vida social se ve alterada, procure facilitar espacios de comunicación familiar en la que todos puedan exponer sus preocupaciones, ideas, sueños, entre otras.
“Si estas conductas o temores se prolongan en el tiempo y aumentan de intensidad, se sugiere consultar con un profesional de la salud mental que pueda apoyarlos de la mejor manera posible, con estrategias individuales para cada quien”, advierte Bonilla.
Por otra parte, el pediatra especialista en cuidados intensivos y médico tratante de la Unidad de Paciente Crítico Pediátrico del Hospital Dr. Gustavo Fricke de Viña del Mar, Felipe Verscheure Peralta, manifiesta que “el coronavirus no tiene el mismo alcance en los niños que en adultos mayores o enfermos crónicos, siendo estos últimos los que mayor riesgo presentan”.
No obstante, explica que “si bien los niños pueden no pertenecer al grupo de riesgo, sí pueden portar la enfermedad con muy pocos síntomas, lo que los hace agentes de transmisión de esta; al igual que adolescentes y adultos jóvenes”.
Por lo anterior, el doctor Verscheure sugiere lo siguiente:
– Aislamiento social en casa y rodeado sólo de su grupo familiar, evitando actividades que involucren a terceros como cumpleaños, salidas a parques, y otros.
– En caso de tener que exponer a los niños al exterior, se recomienda el uso de mascarilla en niños con síntomas respiratorios que concurren a lugares donde tendrán contacto con otras personas, en niños con contacto con personas infectadas y en niños que asisten a espacios cerrados con otras personas, tales como salas de espera, locomoción colectiva, y otros. Sobre esto, plantea Verscheure, “las mascarillas de papel tienen una duración de dos horas de uso continuados y luego de este tiempo hay que desecharlas, y es imprescindible que los niños las usen en ambientes hacinados”.
En este contexto, recalca la importancia de “racionar el uso de mascarillas, a fin de no dejar sin ellas a quienes realmente lo necesiten”.
– Lavado de mano frecuentes. Así, plantea que “el lavado debe ser enérgico y con bastante jabón y agua, procurando abarcar dedos, dorso, palmas y uñas”. Mientras que se sugiere que el secado sea con toallas de papel desechables o con una toalla que use solamente el niño con su familia, y no personas externas.
En el caso de los más pequeños, este lavado debería ser asistido por un adulto que logre lavar toda la superficie de las manos. “Es importante recalcar que este lavado de manos se debe hacer en todo el grupo familiar, sean niños, adultos o cuidadores”, destaca el doctor.
– En el caso del alcohol gel, su uso se sugiere sólo en caso de que no se tenga acceso a jabón y agua. Asimismo, Verscheure plantea que cada dos lavados en seco (sólo con alcohol gel), se debe realizar un lavado con agua y jabón. Esto, “dado que de lo contrario se formaría una capa pegajosa de alcohol gel, que pudiese contener partículas sucias que le hagan perder su eficacia”.
– La limpieza de superficies debe ser como habitualmente se realiza en casa, bastando el uso de cloro en áreas en que éste pueda ser utilizado.
En este ámbito, Verscheure señala que “la transmisión por ropa y zapatos es de menos riesgo, por lo que bastaría lavar la ropa con agua y detergente común”.
– Mantener una alimentación normal, procurando que sea saludable.
– La vacunación para prevenir la influenza es necesaria, pero no se debe confundir con que sea preventiva del coronavirus.
De esta manera, sugiere que esta semana no vayan a ponerse la vacuna, dado que puede ser la semana peak del contagio, ya que mucha gente concurrirá. Así, sugiere hacerlo a contar de la próxima semana. “Esto porque se sugiere asistir a vacunarse en momentos de menor aglomeración de personas, y ya algunos centros de salud están realizando campañas de vacunación en colegios, centros deportivos y/o juntas de vecinos, que serían más adecuadas dado el menor hacinamiento”.
De igual forma, el médico destaca la importancia de esta vacuna, dado que así se evitaría tener una epidemia de influenza además de la que ya se tiene por el coronavirus.
– En caso de fiebre y/o dolores musculares, uso de paracetamol. No está claro si el ibuprofeno podría aumentar el riesgo de complicaciones por esta enfermedad, por lo que se recomienda evitarlo en personas con enfermedades respiratorias durante este periodo.
– “No deja de ser importante evitar el tabaquismo, pues hay factor de riesgo de mortalidad por enfermedades respiratorias infantiles aun cuando la persona no fume en presencia del niño”, advierte en médico.
– Por último, y no por eso menos importante, Verscheure indica que “se debe enseñar a los niños a cubrirse la boca con el brazo cuando tienen tos o estornudo, para disminuir la diseminación de gotitas”.
Además de estas sugerencias, Verscheure plantea que “se debe acudir a los centros de salud sólo en caso de presentar fiebre por más de dos días; gran decaimiento o dificultades para respirar”.
Cabe destacar que las dificultades para respirar en los más pequeños se pueden visualizar por hundimiento de costillas y/o aleteo nasal; mientras que en los niños más grandes se puede visualizar hundimiento de costillas o sobre el esternón. Además, considerar cuando los niños manifiesten verbalmente que no pueden respirar o que sienten que se ahogan.
“Es importante destacar que el grupo de riesgo para cualquier enfermedad respiratoria lo componen: niños prematuros, nacidos con menos de 37 semanas de gestación; pacientes con enfermedades crónicas como el asma, problemas cardíacos, pulmonares, cáncer en tratamiento, y otros, además de niños menores de un año”, comenta el médico.
Finalmente, la nutricionista del Centro Médico NutraSalud de La Serena, Camila Arriagada Palma, sostiene que la conexión final en la cadena de transmisión de un agente infeccioso es el “huésped susceptible”. La susceptibilidad del huésped depende de muchos factores, incluidos el genético, inmunológico u otros factores generales que modifican la capacidad del huésped para controlar una infección o limitar su patogenicidad, explica la profesional.
En cuanto al sistema inmune, diversos estudios han señalado que no solo los probióticos pueden contribuir en la mejora de este, sino también micronutrientes individuales. A continuación se detalla dónde los podemos encontrar:
-Probióticos: presente en alimentos fermentados como el yogurt, chucrut, kombucha, kéfir. Estos, idealmente naturales y preparados en casa.
– Vitamina A: presente en la zanahoria, zapallo, camote, mago, yema de huevo, betarraga y algunas verduras verde oscuras como acelga y espinaca.
– Vitamina C: presente en frutas cítricas como la naranja, el kiwi, verduras de hoja verde, tomate y pepino.
– Vitamina E: presente en aceite vegetal, frutos secos como almendras, semillas de maravilla y algunas verduras de hoja verde.
– Selenio: presente en alimentos como carnes rojas, pescado, frutos secos y cereales integrales.
La nutricionista plantea la importancia de destacar que, además de una alimentación variada y lo más natural posible, “la actividad física y el buen descanso son fundamentales”, puntualiza.