Verónica Angulo
Académica Escuela de Terapia Ocupacional, U. Central
El inicio de la vida escolar formal comienza con un hito importante: el ingreso a 1º Básico. El paso de Kinder a la Educación Básica es un momento que, en general, los padres y madres vivencian con expectación. El ingreso al 1º Básico genera nuevas exigencias y responsabilidades para los niños, presentándole desafíos no sólo desde lo académico, sino también desde lo social y emocional.
Esta etapa podría traer cambios importantes, nuevos horarios y rutinas a las que acostumbrarse, nuevos amigos, espacios y adultos que conocer. Este es un año académico que deberíamos acompañar y apoyar, ya que las vivencias en esta etapa podrían impactar significativamente en los años escolares siguientes.
Para la mayoría de los niños, ésta será su primera experiencia con evaluaciones o calificaciones y deberán adentrarse en las expectativas y exigencias de padres y profesores acerca de cómo ser en un “buen estudiante”.
Pueden existir cambios importantes cuando los niños transitan de la etapa pre-escolar a la escolar. En esta transición deben enfrentar diversos desafíos, el ambiente físico es uno de ellos; los espacios de la educación básica para un niño de 6 o 7 años podrían resultarle inmensos y ajenos, con muchos niños alrededor y con personas adultas también desconocidas.
El mobiliario de la sala, asimismo, es un nuevo desafío para los menores. No es inusual ver a los niños de 1° Básico sentados en sillas que parecen gigantescas, con los pies apenas tocando el suelo. Este aspecto, que no es menor, puede generar incomodidad, y producir mayor inquietud, distracción y/o dificultades para realizar actividades de motricidad fina, como la escritura. Los niños en esta etapa aún necesitan estar en el suelo y podrían estar mucho mejor leyendo o aprendiendo sobre una alfombra o en un cojín.
El espacio del recreo también es algo que suele cambiar; el patio del pre-escolar es un espacio protegido y vigilado por adultos, con juegos, juguetes y materiales que invitan a la diversión y a la socialización. El patio de la Educación Básica no siempre brinda los espacios para el juego, deben compartirlo con niños de cursos mayores y deberán adaptarse a recreos de tiempo más corto.
Esta transición nos trae un nuevo profesor/a, un adulto que deberá convertirse en un referente significativo para el niño, que le otorgue seguridad y apoyo durante los aprendizajes y que pueda transmitir alegría y motivación por descubrir y aprender.
También tendrán una nueva rutina, lamentablemente y como ocurre frecuentemente en la educación tradicional, con menos espacios de juego / movimiento y más tiempos de “aprendizaje de materias o temas”.
En esta etapa se espera que los niños incrementen sus niveles de autonomía, se preocupen por sus materiales escolares, ordenen y guarden sus pertenencias y que desarrollen mejores habilidades para regular su conducta; por ejemplo, que puedan permanecer en silencio por un buen momento, calmarse luego de volver del recreo, esperar sus turnos, resolver conversando los problemas y que superen momentos de frustración con mayor facilidad a como lo hacían en el pre-escolar.
En resumen, los niños se ven enfrentados a bastantes cambios y nuevas exigencias, por lo que es importante que los padres sean pacientes y les entreguen apoyo en este proceso de adaptación y transición.